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En los dos últimos siglos, España ha experimentado una profunda transformación política, social y económica. La identidad o cuestión nacional hunde sus raíces en la crisis del Imperio español, que culminó en las Guerras Napoleónicas, cuando la península fue escenario de una guerra cruel y devastadora durante seis años. Como resultado de este contexto y de estos años caóticos, España inició una complicada historia constitucional. Entre 1808 y 1978 se promulgaron siete textos constitucionales (1812, 1837, 1845, 1869, 1876, 1931 y 1978), a los que hay que añadir dos cartas otorgadas (1808 y 1834) y otras dos Constituciones (1856 y 1873) que nunca llegaron a ver la luz. Esta cifra y la variedad de situaciones que revela dan una idea de las dificultades que España ha tenido que superar en la construcción del Estado de Derecho. A lo largo de estos dos siglos, diferentes formas de concebir la realidad nacional se han afirmado en el territorio español, especialmente multicultural y lingüístico (se hablan cuatro lenguas: castellano, catalán, euskera y gallego, y cada comunidad autónoma tiene sus propias particularidades).
[...] Es una constitución del Reino de España de carácter liberal, monárquico y democrático. Durante el triunfo de la Revolución de 1868 se convocó una Asamblea Constituyente dominada por los partidos vencedores (progresistas, liberales, republicanos y demócratas) que redactaron una Constitución que establecía la soberanía nacional, el sufragio universal, una Declaración de Derechos, la libertad de prensa, de asociación y de reunión, la inviolabilidad del domicilio, la libertad de enseñanza y de culto, aunque el Estado se comprometía a apoyar el culto católico. [...]
[...] La constitución del régimen republicano pretendía romper con las políticas de la monarquía y la dictadura anteriores. Se caracterizó por el desarrollo de una democracia liberal y la descentralización de la administración territorial según el modelo de las regiones autónomas. Establece una estricta separación de poderes en torno a un régimen presidencial. Sin embargo, la Constitución prevé mecanismos de colaboración entre los poderes. El presidente de la República es nombrado por el Parlamento. Se suprime el Senado y se sustituye por una sola cámara, la Cámara de Diputados. [...]
[...] Volvió a derogar la Constitución de Cádiz e incumplió su juramento. Se restablece la monarquía absoluta y da paso a la Década Abominable, durante la cual muchos liberales se exilian. Las Constituciones de 1812 y 1837 Como consecuencia de los constantes enfrentamientos, España sufrió una crisis de realeza en 1837, que obligó a la Reina Regente María Cristina a restaurar la Constitución de 1812. Esto llevó a la formación de un gobierno antirrealista, y se eligieron unas Cortes Constituyentes para llevar a cabo una reforma constitucional adecuada. [...]
[...] La principal aportación del Estatuto de Bayona a la historia de España fue haber impulsado la aprobación de la Constitución de 1812, su contrapunto "patriótico" y liberal. La invasión francesa La invasión francesa y el dominio de la vida política por los franceses provocaron movimientos de resistencia. Se barajaron dos posibilidades: la primera, defendida por Jovellanos, consistía en restaurar la monarquía absoluta según las normas existentes antes de la invasión francesa. La segunda fue la promulgación de una nueva Constitución. [...]
[...] Esta reforma constitucional introdujo la monarquía constitucional en España y dividió las Cortes en dos cámaras. También incluyó una declaración de derechos en su Título primero, llamado "De los españoles", en el que se reconocían derechos individuales basados en la seguridad y la propiedad. Además, no declaraba el catolicismo como religión del Estado ni prohibía otras. La llegada del general Espartero al poder Pero en 1840, la reina María Cristina fue obligada a abandonar el poder por el general Espartero, hombre fuerte del régimen tras su victoria en la guerra carlista. [...]
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